Las manos son una de las zonas más castigadas por las agresiones externas y por el paso del tiempo y sin embargo también es de las más olvidadas. Para mantenerlas bonitas y cuidadas, además de utilizar crema de manos, debemos tener en cuenta otros factores que nos ayudarán a mantenerlas en buen estado como por ejemplo lavar los platos o limpiar con guantes, evitar utilizar gel antibacteriano en exceso ya que reseca, proteger las manos del frío y utilizar productos específicos para su cuidado e hidratación.
La piel del dorso de las manos es muy fina, además de contar con pocas glándulas sebáceas, lo que hace que la piel esté menos protegida frente a los agentes externos y se reseque más fácilmente. No todas las manos son iguales, por eso es importante saber qué tipo de mano tenemos para elegir una crema de manos acorde a nuestras necesidades.
- Manos resecas. Aspecto opaco y aspero, uno de los principales motivos es el frío.
- Manos agrietadas. Secas y con líneas marcadas, denota falta de hidratación.
- Manos estropeadas. Asperas, secas… e incluso con un tono más blanco o rojo en el caso de frío extremo.
- Manos secas y agrietadas. Es recomendable la utilización de una crema con textura fluida y con fórmula concentrada, facilitando la hidratación y la rápida absorción.
- Manos con piel sensible. Cremas concentradas sin perfume ni componentes químicos.
- Manos estropeadas. Crema más grasa con componente como el aceite de almendras dulces o la manteca de karité.
- Manos con piel grasa. Es mejor optar por cremas de rápida absorción y textura no grasa.
- Manos envejecidas. Además de hidratar, algunas cremas previenen la aparición de manchas y arrugas gracias al Q10 presenta en su fórmula.